El Congreso Internacional de Maíz fue un fiel reflejo de la preocupación que genera esta plaga. Desde KWS relataron a Infocampo cómo es el trabajo que están desarrollando para seleccionar híbridos que toleren el "achaparramiento".
El reciente Congreso Internacional del Maíz que se realizó en Córdoba tuvo a una protagonista indiscutida: la fatídica chicharrita del maíz, el insecto vector que desparramó la enfermedad del achaparramiento por buena parte del territorio maicero meses atrás.
Los productores conocieron de primera mano sus consecuencias y afrontan aún las pérdidas de lo imponderable de la naturaleza. Por eso buena parte de las charlas y debates que se organizaron en el CIM tuvieron a este problema como eje principal.
Las empresas proveedoras de insumos, obviamente, no son ajenas a esta situación. Y si bien el lamento es general y buscan acompañar la situación de los productores, desde la actividad del breeding y la genética de semillas buscan encontrar una mirada optimista y positiva, una suerte de aprendizaje hacia adelante.
Fernando Guerra, gerente de Desarrollo de Producto de KWS, dio su mirada al respecto en una charla con Infocampo.
LOS SEMILLEROS, ANTE EL DESAFÍO DE LA CHICHARRITA DEL MAÍZ
“Fue un año complicado, pero creo que la mirada completa resume el desafío que tiene el maíz. Tal vez el más importante es que uno de los atributos que tenía en su selección es que haya pasado desde una fase primaria a tener que dar una respuesta pronta. Entendiendo que el mejoramiento y el breeding llevan sus años, y tienen un proceso y una estructura que no son fáciles de acelerar”, comentó.
Guerra explicó que el trabajo el seguimiento del achaparramiento había comenzado unos tres años atrás. Pero que la urgencia con la cual se venía tratando quedó en el pasado una vez que la plaga se hizo presente con toda la fuerza, especialmente en una región maicera por excelencia como Córdoba.
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“Este año lo que hizo fue ayudarnos a seleccionar, porque si miramos la ‘cocina’, esto nos ayuda a tirar realmente lo que es malo y seleccionar lo que es bueno. Y consolidar esa vía”, planteó.
Por eso, diferenció: “Para nosotros el año es positivo. Para el productor, no. Creemos que es así porque esa selección fuerte es lo que hace que esto no te vuelva a pasar”.
El trabajo que se realizó en conjunto con los desarrollos genéticos de Brasil tuvo sus complejidades. El pasaje de un clima tropical a la adaptación de los híbridos para temperaturas templadas generó una demanda inesperada.
“Estuvimos pidiendo algo nuevo que no les habíamos pedido con tanta fuerza antes. En base al resultado de esa presión, desde KWS estamos muy conformes con lo que estamos viendo. Obviamente no es la situación ideal, pero estamos viendo un futuro bastante promisorio”, comentó.
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LO QUE VIENE PARA EL MAÍZ
La idea central es volver a las bases del potencial de rendimiento y despejar la mayor cantidad de preocupaciones para quienes apuestan en cada campaña por cultivar los suelos.
“¿Cuál es el problema que tenemos? Que la oferta de los híbridos ‘buenos’ que tenemos son probablemente de una etapa de lanzamiento o de una etapa previa, entonces necesitamos volver a ganar volumen. Y eso es biología, porque no fabricamos tuercas. Pero la realidad es que nos da un maíz más seguro hacia adelante”, analizó.
Desde la compañía semillera asumen que buena parte de los rendimientos agrícolas están directamente relacionados con el trabajo genético. Lo estiman incluso cerca del 50% de dicho potencial productivo.
“Por ahí, tal vez, esta fue como esa bolilla que se pone en el freezer para que no salga. Y salió”, reflexionó.
En ese sentido, sostuvo Guerra: “Además el maíz tiene que retomar los compromisos que venía teniendo como aumentar el rinde, expandir la frontera agrícola, seguir dando silos, producir leche y carne”.
“El productor sabe que el maíz está en su rotación y es así por factores muy importantes. Es así por la estabilidad del sistema y la estabilidad de la sanid