Las distintas asociaciones de razas están incorporando el dato exclusivo del “consumo residual” para seleccionar bovinos que consumen hasta un 15% menos de alimentos sin resignar productividad. Un informe de CREA revela los resultados.


Las asociaciones que representan a las razas que mejoran la genética bovina en Argentina comenzaron a sumar a sus programas de evaluación genética el valor de consumo residual (RFI, por sus siglas en inglés), un indicador que se incorpora a los catálogos de DEPs (Diferencias Esperadas de Progenie) y que permite predecir cuán eficiente será en el uso del alimento.

Esta información permite identificar animales que consumen hasta un 15% menos de alimento sin resignar productividad, un ahorro decisivo en un contexto donde la alimentación representa hasta el 80% de los costos totales de engorde en los feedlots.

Hasta ahora, los DEPs contemplaban principalmente variables como peso al nacer, circunferencia escrotal o área de ojo de bife.

Ahora, con el agregado del RFI, los criadores pueden conocer si un reproductor transmite a su progenie la capacidad de producir carne con mayor eficiencia en el uso de los recursos.

La información que alimenta estos catálogos surge de investigaciones académicas. En la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), por ejemplo, funciona una estación de testaje equipada con 12 comederos inteligentes, donde se evalúan reproductores de distintas regiones del país bajo condiciones estandarizadas.

UN DATO MÁS PARA LA SELECCIÓN GENÉTICA BOVINA
“Generamos un ranking de los animales evaluados y enviamos esa información a las asociaciones de razas. A partir de esos datos, cada entidad elabora los DEPs que luego utilizan los criadores en sus programas de selección”, explicó Gastón Alfaro, docente de la Cátedra de Producción de Carne Vacuna de la UNC y asesor del CREA Utracán, de La Pampa.El especialista adelantó a Contenidos CREA estos avances durante la Jornada de Actualización Técnica organizada por la región CREA Córdoba Norte en el Campo Escuela de la Facultad de Agronomía de la UNC.

Los comederos inteligentes, desarrollados en conjunto por el INTA y la empresa Hook, registran en tiempo real el ingreso de cada bovino, la duración de la visita y la cantidad de alimento consumido. De este modo se puede calcular cuánto debería haber ingerido un animal en función de su peso y su ganancia diaria, y compararlo con lo que realmente consumió.

“El sistema automáticamente identifica el número del animal que ingresó a comer, la hora en la que lo hizo y la cantidad de comida disponible en ese momento”, indicó Alfaro.

El protocolo de trabajo contempla 30 días de adaptación y 60 días de evaluación. En ese período se recopilan datos de animales enviados por criadores de Córdoba, Corrientes, Salta, Santiago del Estero, Buenos Aires y Entre Ríos, entre otros. Los resultados se utilizan luego para elaborar los rankings que nutren los DEPs de cada raza.

RANKING DE EFICIENCIA
Según Alfaro, medir directamente la energía de mantenimiento de los animales resulta difícil de lograr a campo, porque requiere bombas calorimétricas y una infraestructura costosa. Por eso se opta por evaluar consumo residual, una medida de eficiencia de conversión, entendida como la relación entre la ganancia de peso y el consumo de alimento.En términos sencillos, si un bovino consume 6 kilos de materia seca para ganar un kilo de peso vivo, la eficiencia se puede mejorar de dos maneras: reduciendo el consumo y manteniendo la misma ganancia, o aumentando la ganancia con el mismo consumo.

Sin embargo, los animales más grandes tienden a ganar más kilos, pero también a comer más, lo que puede distorsionar la comparación.

Para corregir este efecto se utiliza el cálculo del consumo residual (RFI), que incluye variables como peso vivo y ganancia diaria. Así es posible estimar cuánto debería consumir un animal y contrastarlo con lo que efectivamente ingiere. “Si un animal mantiene determinado peso y gana 1,8 kilos por día, la fórmula ajusta el consumo esperado y permite detectar el desvío respecto a ese valor”, indicó el investigador.

UN EJEMPLO ESPECIAL
Para explicar este concepto, apeló a un ejemplo bien cordobés, relacionando el número de vasos de fernet consumidos durante una sobremesa con los minutos que tardan distintas personas en dormirse. Aunque la bebida explica gran parte de la variación, hay factores externos —como el sexo de la persona o las horas de trabajo durante ese día— que también influyen en el tiempo hasta dormirse.

De manera análoga, en los ensayos de RFI se busca comparar el consumo de materia seca en animales de la misma raza, sexo, edad y peso, mientras reciben la misma dieta, de modo que las diferencias en el consumo se atribuyan principalmente a la genética.

El RFI es un rasgo heredable, con valores de heredabilidad moderados (0,29–0,46). Por eso las pruebas se enfocan en machos reproductores, aunque en los últimos años se sumaron hembras para consolidar la información. Los resultados se expresan en un ranking: un animal que debería consumir 12,5 kilos diarios y en realidad ingiere 11, logra un RFI negativo de –1,5 kilos, es decir, un ahorro de alimento sin perder productividad.Según Alfaro, “los ejemplares mejor posicionados son los que logran un ahorro de hasta un 15 % de alimento respecto a sus pares, manteniendo el mismo nivel de producción”.

DE LOS ENSAYOS A LOS DEPS
Los rankings generados en la UNC no buscan identificar al mejor toro de una región, sino establecer comparaciones dentro de cada grupo evaluado. Generalmente, cada prueba reúne alrededor de 60 animales, lo que garantiza condiciones homogéneas para calcular el RFI.

Los valores obtenidos se envían a las asociaciones de razas, que los incorporan a sus programas de evaluación genética y elaboran los DEPs. Así, cada sumario incluye un valor adicional que complementa las características tradicionales. Para los productores, significa poder seleccionar reproductores no solo por crecimiento o calidad carnicera, sino también por eficiencia alimenticia.

El alcance de esta herramienta va más allá de las asociaciones. Algunos criadores ya instalaron estaciones de testaje en sus propios campos para evaluar sus rodeos bajo protocolos homologados. De esta forma, la información académica se combina con la experiencia privada, para potenciar la utilidad del RFI como criterio de selección.

CONSUMO RESIDUAL
El valor del RFI demostró ser persistente en el tiempo. Correlaciones altas entre dietas de recría —de energía moderada— y de terminación —de alta energía— confirman que los animales eficientes mantienen su ventaja en distintas etapas productivas.

“Vemos que el RFI se mantiene en el tiempo, aun cuando pasamos de una dieta de recría a una de terminación; la correlación es alta”, explicó Alfaro.

Además, investigaciones internacionales vinculan el RFI con otros aspectos de la fisiología animal, como diferencias en la microbiota digestiva y una mayor eficiencia en la absorción de nutrientes a nivel ruminal. “Esta metodología no se usa solo en bovinos; también se aplica en cerdo, ave e incluso en camarones”, agregó.

Los comederos inteligentes permiten, a su vez, medir patrones de consumo: tiempo de permanencia en el comedero, cantidad ingerida por visita y tasa de consumo por minuto o por segundo.

Al respecto, Alfaro puntualizó que “el comedero inteligente nos deja saber cuántas veces entra cada animal y cuánto consume en ese tiempo; con esa información trabajamos con empresas de nutrición animal, buscando dietas que logren patrones de consumo que favorezcan la salud ruminal”, dijo.

Este enfoque también mejora la escala y la practicidad de los ensayos. “Con estos comederos hacemos pruebas que antes requerían muchos más animales, corrales y días; hoy lo resolvemos con menos recursos y con datos más finos”, concluyó.