En un Congreso de malezólogos organizado por Syngenta, se habló sobre los desafíos que están enfrentando los productores en la actualidad y los que vienen a mediano plazo, debido a la proliferación de biotipos resistentes.
La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) estima que ya hay más de 40 biotipos de malezas resistentes o tolerantes a diversos tipos de herbicidas en nuestro país.
Los últimos casos reportados por la Red de Manejo de Plagas (REM) de esta entidad fueron una nueva resistencia de Yuyo Colorado (Amaranthus hybridus), en este caso a aplicaciones de Fomesafen; y la inmunidad lograda por Pasto cuaresma (Digitaria sanguinalis) a glifosato.
Precisamente, según la REM, la mayoría de las resistencias comprobadas hasta ahora son a glifosato, pero poco a poco las especies también están logrando generar sus propios escudos naturales contra otros principios activos, como los graminicidas, los inhibidores de ALS y los hormonales.
Este fue uno de los ejes que se debatió durante un reciente Congreso de malezólogos organizado por Syngenta.
NUEVAS RESISTENCIAS
“Lo que se está viendo en el mercado argentino en los últimos años es que, ante la proliferación de resistencias a glifosato, se ha intensificado el uso de graminicidas. El problema es que ahora empezaron a aparecer cada vez más casos de resistencias a herbicidas de los grupos Dim y Fop, y hay que trabajar para que esa tendencia no se potencie”, señaló Alejandro Piñeiro, Herbicides Asset Manager de Syngenta.
Según Piñeiro, Argentina consume por año unos 20 millones de litros de Cletodim y más de dos millones de Haloxifop, lo que significa “una presión de resistencias muy grande”, y que es difícil de reemplazar, ya que no hay en el mercado todavía otras herramientas que tengan el mismo efecto.
“Una de las grandes preocupaciones son las gramíneas en cultivos estivales, como Pasto cuaresma o Capín (Echinocloa colona), porque no hay demasiadas alternativas de control, además de los graminicidas. Entonces, al intensificarse su uso, avizoramos un panorama complicado en los próximos años, y debemos pensar qué soluciones se pueden plantear ante este contexto. Porque solo con aplicaciones post emergentes, en pocos años vamos a estar forzando al sistema a la generación de resistencias”, indicó Piñeiro.
MÁS RIESGOS
En paralelo, Piñeiro reveló que otra de las preocupaciones que se abordó en el congreso fue el crecimiento también de la cantidad de biotipos de brasicáceas o crucíferas que vienen desarrollando resistencias.
“Se está encendiendo un semáforo rojo con estas especies, sobre todo porque tienen una expansión muy agresiva: al ser plantas de polinización cruzada, los genes van de una planta a la otra y entonces se dispersa muy rápido la resistencia”, mencionó Piñeiro.
PRODUCTO RECOMENDADO
Bajo este panorama, Piñeiro hizo foco en Acuron, un herbicida selectivo de Syngenta, como una de las alternativas que puede ayudar a salir de estos “cuellos de botella” que se generan en torno a las resistencias.
Este producto, formulado en base a biciclopirona, tiene un amplio espectro de control de malezas de hoja ancha y gramíneas, y también logra efectividad en el manejo de brasicáceas. Se usa generalmente en maíz, en pre emergencia del cultivo, y en soja, en barbecho de otoño.
Para Piñeiro, es la muestra de la importancia de “diseñar una estrategia de control en la que podamos rotar y mezclar los diferentes modos de acción, para demorar la aparición de más resistencias”.
En ese sentido, recordó también que no se trata solo del producto, sino de concientizar sobre la importancia de todos los aspectos que hacen al control de malezas. “Uno se preocupa mucho en qué producto aplicar y deja de lado el cómo lo está aplicando y en qué condiciones”, resumió.
MANEJO INTEGRAL
Por eso, es importante tener una estrategia adecuada y sustentable que contemple el monitoreo constante, el manejo en cada etapa desde el barbecho y el uso de herbicidas con diferentes modos de acción.
Para ello, una herramienta muy útil es la Manual de Identificación de Malezas de Syngenta, que contiene recomendaciones para el reconocimiento y control de malezas.
En este marco, una de las últimas evaluaciones realizadas en relación a Acuron fue su eventual impacto en cultivos de servicio, y se determinó que no genera fitotoxicidad ni en vicia, ni en avena ni en centeno, ni en una siembra consociada, al utilizarse en maíz y luego implantar un cultivo de servicio de estas características.
Es decir, que colabora con la sustentabilidad que se supone incluir más cultivos en la rotación, lo que a su vez colabora con el manejo de malezas.
“Esto es producto de diseñar líneas de trabajo sustentables hacia el futuro. Determinamos que si uno aplica Acuron en maíces de primera o de segunda, no hay riesgo de carry over para los cultivos de servicios mencionados”, cerró Piñeiro.