En los últimos años, se multiplicó por 10 el área sembrada con este árbol. La densidad de siembra y la poda, las técnicas que se están modificando para lograr mayores rendimientos.
El cultivo de pistacho viene creciendo en Mendoza de manera significativa. Según datos del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) a 2021 –fecha del último censo de frutos secos–, en cinco años aumentaron 10 veces las hectáreas sembradas con este árbol.
Y no se trata de una especie sencilla de producir, por su lento desarrollo: tarda cinco años en entrar en producción, alcanzando su máximo rendimiento a los 12 años aproximadamente (4.000 a 5.000 kilos por hectárea)
En este marco, para poder disminuir el impacto de estas desventajas, los productores mendocinos están buscando formas de adelantar esos plazos y lograr rendimientos por hectárea más altos, en menores tiempos.
“Una de las opciones que se está utilizando es la de plantar en alta densidad. Es decir, colocar un mayor número de plantas por hectárea. Los marcos que se estaban usando eran de seis metros por seis o siete por cuatro, y de a poco se fueron achicando a cinco por cinco o seis por cuatro. La idea es reducirlos aún más, llevando las plantaciones a seis por tres o cinco por tres, con un total de 555 a 667 plantas por hectárea”, explicó Martín Winterstetter, socio director de Masteragua, una empresa que vende las plantas de pistacho, y realiza proyectos que incluyen no sólo el cultivo sino el riego tecnificado.
Los ensayos son favorables en ese sentido: por ejemplo, en un marco de siete por seis, con 238 plantas por hectárea, al quinto año se estima una producción de 142 kilos por hectárea. Si el marco se achica a seis por tres, con 555 plantas por hectárea, el rendimiento sube a 331 kilos por hectárea; es decir, un 130% más.
Además, Winterstetter mencionó que en otros cultivos similares al pistacho, como el nogal o el almendro, se han probado estas técnicas con muy buenos resultados.
LA PODA DEL PISTACHO
En tanto, otra técnica que se está testeando es un manejo cultural diferente, especialmente en la poda.
“Actualmente, el pistacho es una planta que para su formación lleva una poda severa, vigorizante, la cual estimula a la planta a crecer mucho en el aspecto vegetativo y no tiende a producir yemas florales. Por eso se está buscando disminuir la poda para reducir los costos de mano de obra y además para favorecer la entrada en producción más temprana”, indicó Winterstetter.
En ese sentido, estudios realizados demuestran que si se deja el árbol sin podar, la entrada en producción se produce antes y con mayor número de yemas florales.
El sistema actual de poda de formación es el sistema en vaso, que lleva aproximadamente cuatro inviernos en formar la planta con ramas principales, secundarias y terciarias, realizando un gran número de cortes y cortes de mayor longitud.
“En los nuevos sistemas que se están usando, para la formación del árbol en los primeros cinco años se dejan tanto un eje central como todas las ramas laterales, podándolas pero hasta cierta distancia. Luego de ese tiempo, sí se podan y se realiza también la poda de fructificación”, aclaró Winterstetter.