Un informe de economistas de la Fundación Mediterránea efectúa cálculos teóricos sobre cómo impacta el tipo de cambio de $ 300 en distintos modelos productivos y en los arrendamientos.


El Gobierno lanzó este miércoles la tercera etapa del “dólar soja”, con un tipo de cambio de $ 300 para exportaciones de la oleaginosa, y ya comenzaron a aparecer las primeras proyecciones sobre cómo este valor diferencial puede llegar a impactar en los números de los productores.

Asimismo, en otro aspecto clave: en los costos de los arrendamientos agrícolas, que se pagan en quintales de soja, y esta nueva edición del “dólar soja” vuelve a introducir una distorsión en el precio que seguramente intentarán capturar los propietarios, pero querrán evitar los inquilinos.


“Nuevamente, el dólar soja III genera un impacto negativo adicional en los costos de alimentación de animales, la actividad lechera y el precio de los alquileres agrícolas. Todo en un año de crisis, donde habrá serios problemas en la cadena de pagos agropecuaria, que repercutirán en todo el país”, advirtió, por ejemplo, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), continuando con las críticas que emanaron desde la Mesa de Enlace.

LOS NÚMEROS DE LOS PRODUCTORES
Según CRA, “en el contexto de sequía, altas temperaturas y cosechas muy bajas de trigo, maíz y soja, con pérdidas irreparables, los productores de soja tendrán una diferencia a favor de 39%, comparando el tipo de cambio de 300, con el oficial de 215, todo antes de DEX”.

Los economistas del Instituto de Estudios (IERAL) de la Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón y Franco Artusso, analizaron en profundidad estos números y elaboraron un informe titulado “Consideraciones acerca de los efectos microeconómicos del programa Dólar Soja 3”.

Son los mismos autores del estudio que estima una pérdida de U$S 18.000 millones en exportaciones por la sequía y que señala que, aún en la sequía, el Estado gana recursos mientras el productor los pierde; y utilizaron los mismos modelos productivos en la zona núcleo y en un campo “extra pampeano” para proyectar los números del nuevo “dólar soja” y su impacto en la renta del agricultor.

Por ejemplo, que un productor propietario que en esta campaña logra rindes, en la zona núcleo, entre 40% y 60% por debajo de los normales, tiene una mejora en el margen neto de U$S 100 por hectárea; y si los rindes caen entre 70% y 90%, recorta sus pérdidas entre U$S 30 y U$S 87.

Para los arrendatarios, el panorama es similar.


En zona extra pampeana, en tanto, “un productor propietario con rindes entre un 10% y 40% menores a los normales, logra mejorar el margen neto en U$S 113 por hectárea; si la caída de los rindes medios es del 50%, logra revertir el margen neto negativo, que pasará a ser levemente positivo (de U$S –96 a + 8); si se ubican 60% o más por debajo de los normales, le permite reducir la pérdida, pero no eliminarla”, ejemplifican los investigadores.

Para un arrendatario, si sus rindes medios están un 20% por debajo de los normales, el dólar soja 3 logra que deje de perder plata (de U$S -39 a U$S + 83); y si sus rindes medios están más de un 20% por debajo de los normales, atenúa las pérdidas, pero los resultados siguen siendo negativos.


ALQUILERES
En cuanto a los arrendamientos agrícolas, Garzón y Artusso señalan que, bajo el supuesto de traslación de la mejora cambiaria al precio interno de la soja, el programa genera mayores ingresos en la venta de la soja producida, pero también implica mayores costos para los arrendatarios que pagan alquileres definidos en quintales de soja y valuados a precios de mercado.

Y advierten: “Este aumento de costos será mayor o menor dependiendo de la forma en que se haya definido el pago del arrendamiento”.

A partir de allí analizan tres posibles contratos, con diferentes plazos de pago: en 12 cuotas mensuales, en dos cuotas (a siembra y a cosecha), y en un solo pago a cosecha.

En los dos primeros, la mejora de precio a la hora de vender la soja más que compensa el aumento de costo del alquiler; en cambio, en la hipótesis de un pago, para un productor que pierde más del 50% de los rindes, se ve perjudicado porque el aumento de ingresos que genera medida es inferior a la suba de costos.