El flamante presidente de Acsoja, un cargo que ya ejerció antes durante varios años, analiza el pasado y la actualidad de la oleaginosa. En el presente, advierte sobre la mala calidad de semillas que hay para la próxima campaña.
Por Lucas Mich
Nuevamente, el ingeniero agrónomo Rodolfo Rossi se pone el traje de presidente en la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja), del mismo modo que lo hizo cuando la fundó en 2004.
Luego de la Asamblea celebrada a mediados de abril, las entidades nucleadas en la cadena decidieron impulsar su presidencia en reconocimiento a la trayectoria.
Es que Rossi lleva casi 50 años investigando al cultivo en el país, ya que su vida siempre giró en torno a la oleaginosa.
“En 1974 tuve mi primer contacto con la soja. Fue en la Facultad, donde un ayudante de cátedra me trajo una pequeña planta que fue impulsora de mi tesis final”, relató a Infocampo.
Sin embargo pasó mucha agua bajo el puente y hoy la situación es diferente, pero no menos compleja.
Si bien el avance genético y biotecnológico es notable, hay circunstancias que continúan frenando la evolución de la soja en el país. “Venimos de tres campañas donde la sequía nos golpea duro. Pero lo peor es que el productor se está quedando sin espaldas financieras a consecuencia de las malas políticas del los Gobiernos”, destacó.
UN CULTIVO QUE DERRIBÓ MITOS
Para el especialista, la soja llegó a la argentina para aportarle calidad y sustentabilidad al sistema. Si bien el desafío de lograr este objetivo fue siempre cuesta arriba, el trabajo conjunto de las entidades y los productores potenció para bien los comienzos difíciles del cultivo.
Como anécdota, Rossi recuerda una visita al INTA Pergamino durante el año 1977, donde la oleaginosa daba sus primeros pasos.
En ese momento, un pionero en investigación de maíz, el ingeniero agrónomo Tomás Luna, fue convincente respecto a la soja: “Que bienvenida es la soja; porque el monocultivo de maíz en el partido de Pergamino no se soporta más”, había dicho el referente a Rossi, quien lo recuerda con una sonrisa, presagiando lo que vendría unos años después.
“En esa época muchos miraban a la soja como un aporte a la sustentabilidad. Luego esta ecuación se dio vuelta. Sin embargo, apareció la mano de las organizaciones como Aapresid, Crea, las Universidades y hasta los profesionales de la agronomía, quienes generaron las condiciones para que el cultivo de soja vuelva a ser sostenible desde lo ambiental”, indicó.
DECISIONES POLÍTICAS, UN VIENTO EN CONTRA
El crecimiento del área sojera en la Argentina se dio por las buenas condiciones que tenía el cultivo desde el punto de vista económico. Este impulso, que en muchos casos llegó a ser excesivo, dejó de lado la adopción de cultivos tradicionales en las diferentes regiones agrícolas para dar paso al monocultivo de soja en su más dura expresión.
Sin embargo, Rossi, asegura que “hubo factores políticos que descuidaron la sustentabilidad” en muchas regiones del país, exponiendo a la soja como única alternativa viable.
“La expansión de la soja hacia el NOA y NEA se dio, en un principio, mediante un plan agrícola-ganadero. Pero luego, con la suspensión de las exportaciones de carnes en 2006, el proyecto quedó trunco y a los productores no les quedó otra que hacer soja”, recordó el profesional.
No obstante, ponderó que hoy los agricultores tienen una gran conciencia para producir más y de manera eficiente. “La siembra directa fue un cambio de época. Este modelo, que no solo significa sembrar directamente en la tierra, mueve toda una conciencia de conservación de suelos que pone a la agricultura nacional muy arriba en cuanto a sustentabilidad y cuidado ambiental”, manifestó.
Por su parte, reconoció que la política de retenciones impulsada por el Gobierno deja “sin margen de error” a los productores.
“El próximo gobierno deberá tener la valentía de impulsar una quita gradual de retenciones de manera seria –instó – Es fundamental, ya no como un reclamo del productor, sino como una decisión que impacte de manera positiva para enfrentar el descalabro económico que vive el país”
EL HOY: UNA CAMPAÑA QUE DUELE
Por último, consultado por la sequía que dañó considerablemente las expectativas de rendimiento del cultivo de soja, Rossi fue tajante: “Las últimas tres campañas no fueron las mejores para el cultivo. La falta de lluvia golpeó con dureza a muchas regiones del país y las cifras marcan un claro descenso en el potencial de cosecha para la Argentina”.
Pero además hay algo más grave aún: la calidad de la semilla para la próxima temporada. En ese sentido, el reconocido fitomejorador de soja reveló que “hay calidades muy bajas” recolectadas en la presente campaña que va a incidir en la próxima siembra.
“Los análisis indican que hay mucha semilla de bajo vigor, mala calidad y reducido poder germinativo”, expuso con preocupación. También aclaró: “Hay lotes destinados a semillas que se perdieron en su totalidad y el impacto sobre la industria de la semilla será fuerte”.
En ese marco, recomendó a los productores implantar semillas certificadas en la próxima campaña, con la finalidad de evitar correr riesgos a la hora de la siembra.