Silvina Puig Halliday nació en Río Gallegos y deambuló de chica por todo el país siguiendo el trabajo de su padre. Pero apenas a los 19 conoció su marido y se fue al campo. Allí aprendió todo y hoy hasta hace inseminación. Su historia, en otro ELLAS Podcast.
“Inquieta, alegre, siempre con ganas de hacer cosas y cambios, por ella y por el prójimo”. Así la conocen los familiares y los más cercanos a Silvina Puig Halliday, una mujer que nació en Río Gallegos, tuvo una infancia itinerante producto del trabajo de su padre y con apenas 19 años conoció al amor de su vida que la “arrió” para el campo.
Y allí empezó una nueva vida, sin conocer nada empezó de a poco a acompañar a su marido y su suegro, más la sapiencia de su suegra en los quehaceres domésticos.
Después de mucho aprender empezó a dejar su impronta también con actividades que, por entonces, hace cuatro décadas, no hacían las mujeres. Hoy ama inseminar y dar vida. Además, es madre de Santiago y Teddy y abuela de cinco.
Es de las que creen que “querer es poder” y que “cualquier trabajo es para cualquiera, sólo hace falta proponérselo”. También es la nueva protagonista de otra linda historia de la serie de podcast ELLAS.
-Vamos en orden cronológico. ¿Cómo, dónde y haciendo qué fue tu infancia?
-Yo fui nómade siempre, por el trabajo de mi padre, que era topógrafo de YPF, por eso nací en Río Gallegos en 1962. En 1967 nos fuimos a Rawson, Chubut; después en 1970 nos fuimos a Villa Carlos Paz, Córdoba; 1971 a Rio III, Córdoba; 1974 volvimos a Río Gallegos; en 1978 nos fuimos a Luis Beltrán, Rio Negro; y en 1980 de vuelta a Gallegos.
-Y a corta edad conociste a Eduardo, te casaste y te fuiste al campo…
-Sí, me casé en 1982. Vivimos un par de meses en la casa de mis suegros que nos dejaron la casa y se tomaron una segunda luna de miel (se ríe), y después nos instalamos en la casa del capataz. Tuvimos dos hijos: Santiago y Teddy. Hoy los dos casados y tengo 5 nietos. En 1991 de lunes a viernes vivíamos en Gallegos para que los chicos fueran al colegio, Santiago que nació en abril de 1983 recién fue al cole en tercer grado y Teddy que nació en diciembre de 1984 arranco su 1° grado, los viernes los buscaba con una chocolatada y salíamos directo para el campo.
Con Educardo su marido02
-Te llevo de nuevo a tu niñez, ¿qué te gustaba hacer de chiquita?
-Nunca tuve problemas para hacer amigos. Nos escribíamos por carta con los amigos que iban quedando en las ciudades que dejábamos. ¡Y eran cartas de puño y letra, otras épocas!. Me gustaba la danza española y la actuación, donde había ruido, ahí estaba, la pase muy bien. Veranos en Santa Fe con mi abuela materna, balneario el Quilla, tenis criollo, primos y amigos, andar en bicicleta. Y en la adolescencia, asaltos, juntada de amigos, intercolegiales, carrozas para el 21 de septiembre.
-¿Tenías un plan B a lo que finalmente hiciste de irte al campo y dedicarte a esto?
-Siempre sentí que me gustaba la medicina. Mi tío Raúl era médico pediatra. El me decía: “Pensalo bien que es una carrera que si una mujer quiere familia es difícil”. Y ahí andaba, yo pensándolo, hasta que me casé y me vine al campo. Hoy despunto el vicio, no perdí la maña de doctora, ando costurando algún animal o alguno de la familia que se avería un poco. Por ahí me cargan y me dicen “doctora Quinn”.
-¿Qué te acordás de entonces de esa llegada al campo? ¿Qué te gustaba hacer?
-Todo era novedad y me gustó. MIrá que no sabía ni hervir agua, pero todo se aprende cuando hay ganas y un buen maestro… El primer día que llegamos con Eduardo después del casorio me puse a hacer una tortilla de papas para cenar. Pero no tenía ni idea. Cuando hubo que dar vuelta la tortilla quedó entre la estufa y la mesada… (se ríe) ¡Todo desparramado! ¡Qué mal que arranqué!
-¿Qué cosas han ido cambiando de vivir en el campo?
-Ufff… mucho. Los primeros años, escribí poesía descriptiva de todo lo que vivía y lo acompañe con fotos viejas de la estancia y las que iba sacando yo, tengo el libro en la gatera, “Mis vivencias con 100 años de historia santacruceña”. Mi Tía Zulema que fue profesora de literatura fue mi mentora, hoy cuando lo leemos con mis nietos …vemos como hemos cambiado mucho de los trabajos con la tecnología y el progreso. Te cuento algunas cosas, antes, para bajar al pueblo era toda una organización y planificación de más de 20 días. Hoy, si tengo que hacer cosas, llego a ir dos veces en el día. Hoy tenemos luz eléctrica las 24 horas, en aquellos años el motor de luz, se prendía de 18 a 22 y los sábados a la mañana para cortar el pasto, hoy está el tractorcito. Cuando arrancamos teníamos para cocinar la estufa a carbón y leña, o sea que aprender a cocinar y que no se apague la cocina fue divertido, luego pase a la cocina de querosén por goteo que se calentaba el agua con serpentina. Hace unos 10 años dejaron de vender querosén y pasamos al gas. Ni hablar que antes, para comunicarnos hablábamos por radio teléfono, que te escuchaban todos y ahora tenemos internet 24 horas.
-¿Cómo fueron esos primeros años de conocer lo que se hacía en el campo?
-Arranque saliendo a caballo con Edward. Lo acompañaba a recorrer el campo y también cuando salía en sus redomones (potros o potrancas que estaba amansando). Luego a juntar ovejas, de ahí pasamos a la esquila, la lana y su clasificación. Los pastos que comen las ovejas y de a poco vinieron las capacitaciones, que aun seguimos capacitándonos, nunca se deja de aprender.
-¿Qué te gustaba hacer?
-Me gusta mucho la época en que inseminamos. En el fondo estás creando vida, porque estás poniendo en una oveja lo que vos querés. Eso es muy gratificante. Más gratificante es la época de ecografías, que metés el ecógrafo y ves uno o ¡son dos! Eso es buenísimo, ves el costillar del cordero.
Inseminacion
-En varios momentos abrieron el campo. Hicieron escuela ecuestre, sala de té, museo… ¿Qué te quedó de esos momentos? ¿Qué te gustaba?
-Eso fue allá por los años 90s. Hasta 2003/04. De la escuela ecuestre, empezaron un par de amigos de los chicos, después venían más, venían todos los sábados con una combi. Llegaron a ser 15-16. Aparte de andar a caballo como se hacía en el campo, las chicas querían aprender desde cómo se ponía la mesa hasta cocinar cosas ricas, ir al galpón, esquilar ojos a los corderos. Y lo gratificante es que hoy vienen esos chicos y chicas y traen a sus hijos para mostrarles el lugar en donde fueron tan felices en su infancia y quieren que se replique en ellos. Cuando me dan las gracias y me cuentan, esos detalles de lo que aprendían con Eduardo y conmigo, entendemos que los conteníamos sin saber, crecimos juntos como una gran familia.
-¿Cómo te ha ido siendo mujer en un ambiente muy de hombres?
-La verdad es que como siempre estuve con mi suegro Jimmy y Edward, nunca tuve un problema, siempre el personal fue muy respetuoso y compañero.
-Te hago algunas sobre lo productivo y el negocio: las últimas semanas Santa Cruz fue noticia por las intensas y constantes nevadas, así como por las bajas temperaturas, ¿cómo están ustedes?
-Nosotros, que estamos en la margen norte del Río Gallegos, contra el Atlántico, tuvimos unos 20 centímetros de nieve parejito y veníamos bien hasta la nevada de la noche del 4 de julio que vino con viento. Eso provocó que se taparan algunos cañadones y tuvimos que salir a rescatar ovejas de la nieve. Algunas murieron. En el resto de la provincia la macana fue que la nevada empezó antes de lo previsto. Uno piensa que en junio todavía no va a nevar, te tirás a hacer todo en julio, y esta vez los agarró complicados, sin tener la cantidad de forraje y otras cosas necesarias. Fue bastante áspera. Mucha nieve y no tener la infraestructura, vialidad provincial sin las máquinas barre nieve… cosas que debería haber para poder circular por las rutas principales y las de acceso a los establecimientos.
-¿Cómo venían los animales y cómo están hoy?
-En la zona nuestra, el departamento de Guer Aike, la franja que va desde la cordillera al atlántico, la primavera y el verano habían venido con más precipitaciones que el año pasado y eso nos salvó. Si esta nevada hubiera caído el año pasado hubiéramos estado muy, pero muy mal. Tenemos silos con cebada, rollos de pasto, fardos de alfalfa, estábamos prevenidos, pero había que llegar a donde estaban las ovejas.
NIEVE Ovejas04
-¿Cómo está hoy el negocio para ustedes? ¿Qué se viene?
-Venimos con unos años complicados con el asunto cambiario, el dólar. Este año estamos con el dólar un poquito mejor que el año pasado. Menos desfasados. Pero cuando uno quiere comprar insumos están al dólar libre y se hace cuesta arriba. Igual, tenemos fe que de a poco que esto se va a ir encausando, acomodando, pero no es de un día para el otro. No te olvides que es un negocio en el cual no determinas un precio de venta, porque los precios lo fijan los mercados internacionales en el caso de la lana y el tema de la carne en parte mercado local y mercado internacional. Estamos expuestos al clima y hemos tenido una sequía importante que aún persiste. Las variables que podemos ajustar son los gastos y las inversiones.
-¿Cómo se ven para lo que viene?
-Pacientes, atentos a cómo se desarrollan la economía local con las propuestas para bajar impuestos, estamos expectantes diríamos. Deseamos ser competitivos a nivel internacional y repuntar localmente. Siempre cuidando el recurso para seguir adelante. Uno elije qué criar para estar menos expuesto a los vaivenes de la economía. Por eso, nosotros elegimos producir con una raza multipropósito que tiene lana de alta calidad y altos precios, con índice de producción muy buena en kilos de carne por animal.
-¿Cuál crees que es el diferencial hoy de “Los Pozos” en lo productivo?
-Nosotros buscamos una oveja que tenga una fibra textil con alto valor en el mercado. Trabajamos eso desde la genética, y eso nos llevó a mejorar y no quedarnos estancados con valores de lana que no podés hacer nada. También logramos en años buenos corderos de más de 12 kg en 70/ 80 días en el frigorífico. Además, se tecnificó muchísimo, se usan motos, cuatriciclos, que achican los tiempos de rodeo y te permite otro tipo de indumentaria los días fríos y los accesos a lugares que en invierno con mucho hielo y nieve el caballo no llega.
Con flores
-¿Y el clima? ¿Qué papel juega?
-Lo que si vamos para atrás es en el pastizal, las sequias son cada vez más largas y los vientos más fuertes y calurosos, ahora veníamos desde el 2016 con años muy secos, bajo el promedio de los últimos 10 años a 186 mm anuales. Lo que más duele es la desertificación, ver como se nos vuela el suelo. Aquí desde 1989 que se hizo el 1° chequeo de pastizales, no paramos más, se hace todos los años, bajamos los números de hacienda, cuando me case aquí había 12.000 ovinos, en los años 90 se bajó a 9.000 y de ahí cuesta abajo en la rodada, de 7.000 madres hoy no llegamos a 4.000. Pero claro, al guanaco no lo podemos tocar y se come todo. La competencia desleal en cuanto al pastizal y los depredadores, zorro colorado y puma que se alimenta de la oveja (que no corre) y no de los guanacos.
–¿Qué le dirías a una mujer que, como vos con 19, o venti tantos años esté en la duda de irse para el campo?
-Yo les diría que si les gusta le den para adelante, el secreto es que te guste. Que puedan hacer lo que les guste, que busquen un lugar en el esquema y lo lleven adelante, que se comprometan con lo que elijan y que se capaciten; hoy con internet estas comunicada con el mundo.
FUERA DEL SURCO
-¿Tenes alguna actividad por fuera de tu trabajo en la que busques inspiración para resetearte, bajar un cambio?
-En esta época es la que tengo algo de tiempo para hacer algo, en otros momentos del año si querés bajar un cambio, acostate, cerrá los ojos y dormí un rato. Arranqué con el telar, tejiendo peleros y fajas. Y los últimos años estoy haciendo fieltro, que es la manera más antigua de hacer una tela, es lana con jabón y agua que uno la va trabajando y hace la tela. Hago almohadones, sombreros, zapatitos, posa fuentes y eso me entretiene mucho. También soy “cachivachera”, y cuando ando caminando me traigo lo que encuentro, un fierrito, una chapita, y después hago lo que se llama “arte de ensamble” y creo cosas, esculturas, con latas, palitos, herraduras y cosas viejas.
-Cuando escuchás música, ¿por dónde vas?
-Mi tema favorito, es “El jugador” de Kenny Rogers, pero me gusta mucho la música clásica: Beethoven, Tchaikovsky y los valses de Johann Strauss, en especial “Cuentos en los bosques de Viena”, que fue el tema que tocó una amiga de mi familia, Cristina Garrido, en nuestra boda en el piano del Club Británico de Río Gallegos. También escucho The Carpenters y su tema “Hay una especie de silencio”; Rata Blanca y su tema “El hada y el mago” o “Fatal destino” de Bulldog. Hace poco incorporé a Julieta Venegas y su “Limón y sal”.
Tejiendo un pelero
-No sé si te gusta cocinar: ¿tenés algún plato que digas, con esto no fallo?
-Me gusta mucho cocinar. Según mi nieta la carne con salsa de curry, una mezcla de siete especias de la India combinada arroz blanco. De postre un up side down cake, que es de chocolate y se come caliente. También puedo hacer unos bifes árabes, una receta de mi abuela paterna. Y mi favorito, el que me preparaba mi amiga Ann Bain con base de copos de maíz con chocolate y manteca, más azúcar negra y ananá con crema por arriba.
-Libros, series, películas. ¿Qué te gusta? ¿Algo para recomendar?
-Leí muchísimo en mi vida. En cuanto a los libros me gustó mucho de adolescente “Vamos a calentar el sol”, de José Mauro de Vasconcelos. Ya más grande me leí todos los de Wilbur Smith. Me encantó “Como vivido 100 veces” de Cristina Bajo, que habla de los malones. En cuanto a las películas me gustan las de aventura y románticas. Y series voy por “Chicago Med” y “Chicago Fire”, esas de médicos me gustan.
-¿Algún lugar en el mundo que te gustaría conocer y por qué?
-Me gustaría conocer Mongolia, por su extensa estepa y su forma de vida, su caballada.
-¿Cómo es tu desayuno?
-Arranco con medio litro de agua tibia con medio limón, luego un café grande con un chorro de leche. Dos huevos pasados por agua con un puñado de hojuelas de maíz.
–¿Tenes alguna frase de cabecera o una que te guste y por qué?
-La frase, sin dudas, es “querer es poder, queriendo se puede”.