Su familia lleva adelante un campo ganadero, con genética bovina y caballos, en el que vivió hasta los 11 años. Forma parte del ateneo Brangus y tiene más de 100.000 seguidores en TikTok. Es la nueva protagonista de Tierra de Historias.
Ana Paula Grosso tiene recuerdos desde muy pequeña en el campo de su familia, en la zona rural cercana a la localidad cordobesa de General Deheza, donde funciona la cabaña Don Luis de Grosso, un establecimiento especializado en genética animal: cría de reproductores bovinos de elite de las razas Braford, Brangus y Polled Hereford y también caballos Percherones.
Allí pasó toda su infancia rodeada de animales, donde forjó un amor inquebrantable con los caballos y vivió jugando a la maestra con los perros y los gatos.
Pero a la hora de llegar el momento de estudiar una carrera, no eligió agronomía o veterinaria: optó por diseño industrial.
De todos modos, asegura que le sirvió para enfocar la mirada en el campo desde otro lente y así también se convirtió en una influencer del agro a través de su cuenta de TikTok, donde sus videos sobre la vida con los animales y el mundo de la genética, son vistos por más de 100.000 seguidores.
ana paula grosso caballo
Estos datos forman parte de la entrevista a Ana Paula realizada en el marco de la serie de podcasts “Tierra de Historias”, una producción integral de Profertil, conducida por Juan Ignacio Martínez Dodda.
Un extracto de la misma, que puede escucharse completa al finalizar la nota y también a través del canal específico de Spotify, se resume a continuación.
-Hasta los 11 años viviste en el campo. ¿Cómo fue esa niñez?
-La verdad que tuve esa suerte y lo digo así porque volvería a repetir esa infancia totalmente atípica. Porque vivía a 20 kilómetros del pueblo, del jardín y el primario. Mi mamá todos los días viajaba y me llevaba a mi hermana, pero yo no veía la hora de volver al campo, no me gustaba quedarme en el pueblo. Incluso llegaban los veranos y disfrutaba un montón estar todo el día ahí. Yo jugaba con los bichos, no tenía muñecas y eso, jugaba a la maestra con los perros y los gastos, me ponía con un pizarrón. Y era también trabajar en el campo, que en ese momento uno no lo toma como trabajo: ensillar los caballos, agarrar el sulky y recorrer las vaca a ver si estaban en celo y traerlas a la manga. Siempre ayudando desde ese lado. O cuando era la vacunación, que se arranca muy temprano, yo chocha de levantarme de 5.30 a 6. Era mi momento de diversión, estar atenta, porque además de hacer ganadería tradicional, hacemos cabaña, entonces hay que llevar datos detallados de los animales.
-A lo largo de los años fuiste creciendo y llegó el momento de estudiar. ¿Qué decidiste y por qué?
-Por haber vivido tantos años en el campo, estaba entre agronomía y veterinaria. Pero además de la parte rural, tengo una parte muy artística, siempre me gustó mucho el dibujo, y me terminé anotando en diseño industrial. Y la carrera me terminó gustando, al punto de que en muchas cosas me permite trabajar con el campo y lo que aprendí por formación, puedo aplicarlo. Es un poco también lo que hago en redes: me dio la capacidad de poder pensar el campo desde otro lado, no con una visión de un ingeniero. Dentro de la facultad muchos proyectos los pude ligar al campo o encontrarle ese punto intermedio, y yo creo que ahí fue cuando descubrí lo que realmente me gustaba, porque siempre termino inconscientemente haciendo cosas en relaciones el sector rural.
-¿Hoy en día cuál es tu trabajo? Entre otras cosas, ingresaste al Ateneo de la Asociación Brangus.
-Yo soy muy curiosa. Me crié con la familia en el campo y sabiendo cómo se hacen muchas cosas tradicionalmente, por ejemplo cómo se hace tal tema con los toros. Pero, ¿por qué no conocer con un poco más de profundidad? Entrar con los chicos de la Brangus fue una búsqueda de esa información, para saber qué jugo más le podría sacar a la raza. Me gusta la genética, pero no para estudiar veterinaria. Y terminé descubriendo un grupo humano muy lindo, en el que se trabaja muy a la par de la asociación. Lo que más destaco es la responsabilidad con que realizan el trabajo, sobre todo en las ferias, de organizar los animales y tomar los datos. Además se aprende un montón, siempre hay un veterinario cerca y le preguntas cosas, además de que la Asociación en sí brinda instancias de capacitación e intercambio sobre cómo producen otros, que te hace crecer tanto a vos como es un aporte para la familia.
paula grosso campo
-En ese sentido, ¿qué crees que pueden aportar los jóvenes de tu generación?
-Veo que hay un salto bastante grande en los jóvenes, sobre todo de poder proponer alguna nueva tecnología o algo de eso. A veces te contestan que no, que ya se probó y no funcionó, pero hay que ser un poco más abiertos de mente desde los dos lados: en el caso de los jóvenes, aprender que hay que probar primero para ver si realmente funcionan las cosas, porque en la ganadería los ciclos son largos, entonces lo que uno haga va a repercutir en dos años. No se puede cambiar algo y volver atrás inmediatamente. O en la misma agricultura que quizás podés probar en pocas hectáreas. En ganadería, con animales y hablando de genética hay que afinar más el lápiz. De todos modos, creo que los jóvenes hoy en día están haciendo como un gran cambio, en el hecho de involucrarse, se ve mucho en las exposiciones.
-Sos una apasionada de los caballos. ¿Qué te transmiten?
-Literalmente me crié arriba de los caballos. Y una anécdota es que no me dejaba cortar las uñas, salvo que estuviera arriba del caballo donde me dejaba hacer lo que quisieran. Es un animal muy noble y con el que se forma un equipo, empezás a pensar siempre de a dos. La gente que no conoce lo que es un caballo, son como perros grandes, tienen su personalidad muy marcada en función de la raza, y permiten hacer cosas muy interesantes. Y por ejemplo a veces uno va tan rápido con tanta información, que el caballo te hace bajar un par de cambios. De niña me pasaba horas jugando en el corral y hoy sigo haciendo lo mismo: voy y me quedo con ellos.
ana paula grosso horse
-Otro aspecto que has desarrollado es contar qué se hace en el campo. En Tik tok contás con más de 100.000 seguidores. ¿Qué buscás transmitir?
-Mi objetivo no fue tener un montón de seguidores, sino que quise empezar a compartir esto que me apasiona tanto y que la gente lo conozca. Empezó como subir un video y ver qué pasa, y empecé a descubrir que había gente del otro lado compartiendo esa misma pasión. Solo pensé en compartir cuestiones que me parecían lindas y podían parecerle igual a otras personas. Por ejemplo, gente que no tuvo una infancia como yo, o la posibilidad de compartir con los animales, y se dan charlas muy interesantes.
PING PONG PERSONAL
-Cuando escuchas música, ¿por dónde vas?
-Me gusta el rock nacional, pero algo medio tranquilo. Por ahí estoy muchas horas con la tesis y busco algo tranquilo de fondo. También hace poco descubrí el chamamé, porque que anduve mucho tiempo en Corrientes yendo y viniendo, y allá se escucha mucho. Entonces a veces pongo algo de eso, pero muy ocasionalmente. También trap o algo más internacional, pop o algo de eso.
-¿Algún lugar del país que conozcas y recomiendes?
-Corrientes: la biodiversidad, el clima y la gente sobre todo, parece otro país, es muy lindo.
-¿Y algún lugar o país que te gustaría conocer?
-Siempre pensé en África. Por ejemplo no tuve fiesta de 15 y en lugar de eso quería ir a un safari a conocer los elefantes, los leones, en su ambiente natural. Es algo pendiente que seguramente en algún momento voy a hacer.
-Cuando miras o proyectás a 10 años, ¿te imaginas haciendo qué?
-Es un poco incierto mi futuro (se ríe), pero tengo algunas cosas claras: me gustaría tener como un proyecto más bien personal, mi propia empresa en algo seguramente relacionado al campo. Pero algo que siempre digo cuando me preguntan esto es: no sé si será en 10 años, 20 o 30, pero volver a vivir al campo eso seguro. Estuve mi infancia en el campo y mis últimos días van a ser ahí. Hoy no puedo por los tiempos, porque obviamente el campo te limita mucho en algunas cosas, pero yo voy a volver a vivir al campo.