Carolina Meiller se crió en Pigüé, entre tractores que manejó desde la adolescencia. Tras recibirse y trabajar en diversos lugares, debidó enfrentar un cáncer que pudo superar. Hoy, entre otras cosas, está en la comisión directiva de Aapresid, y es la nueva protagonista de ELLAS.


Carolina Meiller confía en que las cosas simples son las que a uno le dan la felicidad cotidiana, ese combustible que permite encarar otras cosas más complejas o cuesta arriba.

Y tiene razones para pensar así: en plena pandemia, le tocó afrontar y superar un cáncer de mama, y lo que le quedó, además de su propia fortaleza para encarar el asunto fue el apoyo de amigos, familia y gente querida.

Esa fortaleza la apuntaló para seguir cuando el cuerpo le pasaba factura. Y ahora dicen, en la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), que siempre anda con “buena actitud y energía” y que es de las que se animan a liderar y coordinar.

Carolina Nació en Pigué, Buenos Aires. Sus padres eran docentes, pero cuando ella nació, su papá empezó a trabajar en el campo del abuelo materno y esa conexión la marcó para siempre. A los 15 años recuerda ya andar arriba del tractor en plena cosecha. Con eso se ganó unos pesos y se compró una bicicleta y un equipo de música.

Después estudió agronomía en la Universidad de Bahía Blanca. Y durante la carrera conoció a su compañero de vida hace casi tres décadas, Gustavo. Es mamá de Fernando, Francisca y Florencia. Entre sus hobbies, u otras pasiones más allá del campo, están el vóley y viajar.

En otro capítulo de la serie de podcasts ELLAS, otra linda historia de una mujer fuerte del campo para conocer.

-Arranquemos cronológicamente, ¿en qué contexto recordás haberte criado?
-Durante el año escolar estábamos en Pigüé, pero si las clases terminaban en 5 de diciembre al día siguiente nos íbamos para el campo y estábamos los tres meses de verano en el campo. Son recuerdos preciosos. Hay mucha emotividad también. Porque más allá de que uno iba y disfrutaba del campo, teníamos al hermano de mi mamá viviendo ahí a dos kilómetros de la casa nuestra. Y jugábamos muchísimo. En el inicio éramos tres hermanas mujeres, después vino un hermano más. Me acuerdo de armar casas con chapas, alambres, hacer chozas. Me acuerdo mucho también de estar muy pegada a mi papá. Entonces, empezar a mamar lo que hacía, escuchar, ver todo. Eso me forjó mucho con el quehacer rural. Cosa que no pasó de la misma manera con mis hermanas que eligieron otro camino.

-Y a los 14-15 ya andabas arriba del tractor, ayudando, acompañando… ¿Qué te acordás de la adolescencia?
-A los 11-12 años ya en el campo aprendés a manejar. La Ford F-100… eran durísimas… no eran lo fácil que son hoy. Y para la cosecha, era una época que estaban mi papá y mi tío que tenían dos máquinas Gema del 79 amarillitas, y era colaborativo. Todos ayudábamos y hacíamos con mis primos. También una de mis hermanas. Otra hermana estaba más de cocinera. Todo muy en familia. Fue difícil cuando empezamos a salir, cómo compatibilizar el laburo de la cosecha con las salidas a Pigüé.

caro y papa
– Si cerrás los ojos, ¿qué olores, sabores se te vienen de esa época?
-Mi mamá es realmente muy buena cocinera. Destacada. Y bueno, me acuerdo a la mañana temprano eran desayunos contundentes con chorizo, panceta, las cosas de la carneada…

-Como los hoteles de lujo de ahora…
-Claro. Y a veces cuando los días eran más largos y arrancaban temprano, un churrasco a las 9 de la mañana era bastante normal. Y después, tengo en el recuerdo mucho olor de guiso… de comida de olla. Y después era infaltable algo dulce a la tarde que siempre preparaba.

– Llegó el momento de estudiar y elegiste agronomía, ¿tenías un plan b?
-No. En esa época con tres amigas fuimos a Puán a ver a una psicóloga que nos dio una guía de lo que ella veía sobre qué carrera podría llegar a gustarnos más. Y a mí me gustaba mucho veterinaria, o al menos yo creía eso. Pero la psicóloga me dijo que me recomendaba más ir por el lado de la agronomía, porque con la veterinaria no te veo tan amigada con los animales.



-¿Qué cosa descubriste en la carrera? ¿Algo raro o que no pensabas ver o estudiar?
-Los primeros años fueron en una continuidad de lo que había imaginado, haciendo extensionismo, y cultivos extensivos. Pero después, ya en mi carrera laboral, sí hubo caminos distintos. Ni bien me recibí empecé a trabajar en una empresa de control de plagas urbanas, con lo cual, de agronomía, poco y nada. Sí trabajábamos en las plantas cerealeras, ahí estaba más cerca de lo que había estudiado.

-Y también trabajaste en un mayorista de la construcción, en la parte llamada “Home Depot”
–Después a mi marido le ofrecen trabajo para irse a Buenos Aires. Yo estaba embarazada de mi hijo mayor y nos fuimos nomás. Él trabajaba en Campana y nosotros teníamos unos amigos cerca de Martínez, en el conurbano, y ahí fuimos. Y después que mi hijo nació y pasaron unos meses, me dio ganas de empezar a trabajar. Tenía un amigo que trabajaba en ese momento en Home Depot y empecé a trabajar ahí en el área de jardinería. Hice una linda carrera, después pasé al área de compras de jardinería. Y ahí empecé a tener un montón de vínculo con los viveristas y fue un lindo aprendizaje. Cambió muchísimo la forma de plantearme mi vida laboral. Estuve trabajando casi siete años ahí.

–Esto muestra tu capacidad de adaptación y aquí viene una pregunta detectada con esa capacidad: porque en pandemia te detectaron cáncer y tuviste que lidiar con eso. ¿Cómo fue todo ese proceso?
-Fui a hacerme un control de rutina, que siempre me hacía, y recomiendo hacerlos. Salió que no estaba todo bien. Y a partir de ahí por suerte fue muy a tiempo, con una especialista muy agradable y profesional. Y me operaron de una de las mamas, y a partir de ahí empecé con quimio y rayos. Justo cuando arranqué con esto empezó la pandemia. No fue fácil acceder a ciertas cosas. Me hacía rayos en Bahía blanca, y tenía que pedir autorización para salir del pueblo y fue engorroso. Yo rescato mucho el acompañamiento de toda la gente que está a mi alrededor, me dieron sostén y cuando estaba cansada, el cuerpo lo siente mucho todo ese proceso. Pero sentirte acompañado y querido es muy importante. Y después, yo le puse mucha fuerza de voluntad.

Post operacion
-¿Qué te enamora de lo que hacés hoy?
-Me gusta mucho andar, salir, estar en contacto con la gente, vincularme. Estar mirando una sierra, un horizonte más amplio.

FUERA DEL SURCO
-Ahora, saliendo de tu labor profesional, la primera pregunta “fuera del surco” tiene que ver con deporte. Jugaste al voley de niña. ¿Qué te quedó de ese deporte, la vida de club?
– Fue muy buena. Cuando arrancamos en el club estaba todo recién arrancando, y estábamos en un pueblo. El profesor era el mismo que teníamos en el colegio. Era todo muy artesanal. Teníamos que viajar a Darregueira, 90 kilómetros, e íbamos las seis jugadoras porque no entrábamos más en el auto. Recuerdo una etapa muy linda. Una vez fuimos a un torneo en 25 de Mayo, provincial, e íbamos a parar a la casa de chicas de ahí. Y es el día de hoy que todavía tengo vínculo a través de las redes con esa chica que paré en su casa. Era una época en la que nos escribíamos carta, imagínate…

-Qué loco tener que explicarle a un sub-20 qué era eso de escribir una carta o recibir una carta…
-¡Si, total! O hablar por teléfono fijo mil horas y que tu mamá te diga que necesita el teléfono o que era crísimo…

VIEJA Voley
-¿Tenés algún hobbie? Algo que te despeje la cabeza después de laburo…
-No, la verdad que no. Hoy tengo mis tres hijos que ya no están en casa. Esto del nido vacío empieza a pegar a veces. Y busco suplir esos espacios laburando más, la verdad es esa. Me refiero a mi compromiso de participación en Aapresid, empecé a buscar muchos lugares a partir del tiempo que tengo por la ausencia de mis hijos.

-Es el engaño de que si hacés lo que te gusta, hacés más de eso… a veces uno se pasa, pero le gusta.
-Sí, pero por suerte está el psicólogo que te pone un stop. (se ríe)

caro aapresid congreso
– ¿Cómo te va con la cocina? ¿Tenés algún plato que digas: “con esto no fallo”?
-Por suerte tengo un marido que es muy buen cocinero. Yo hago la básica, las milanesas, ensaladas, me gusta mucho hacer tartas, pero cuando hay que cocinar de verdad o agasajar a alguien por suerte está Gustavo que es agrónomo, pero una de sus pasiones es la cocina y lo hace muy bien. Y si le gusta y lo disfruta, ¿para qué me voy a esforzar yo?

-No sé si sos de mirar series o películas, pero si mirás, ¿por dónde vas?
-Algo para sacar la cabeza de lo complejo. No miro dramas. No quiero sufrir. Y nos enganchamos con series naif pero funcionales para despejar la cabeza. Lo que sí, no sirvo para hacer una sentada de 3-4 horas en el sillón a ver tele. Tengo que hacer algo.

caro riego
-¿Algún lugar del mundo que te gustaría conocer?
-Conozco por suerte mucho de Argentina. He tenido la posibilidad de viajar bastante. Creo que me gustaría ir más a Centroamérica. Costa Rica, por ejemplo.

-¿Y de los que has ido a dónde volverías?
-Tengo dos hijos viviendo en Estados Unidos y me volvería siempre ahí.

-¿Tenés alguna frase de cabecera?
-Si, es una que desde siempre con una amiga decimos, “persevera y triunfarás”. Ir, ir y seguir. La vida ha sido buena conmigo y yo he sido también colaborativo con ella. No he tenido sobresaltos difíciles y en eso soy agradecida también.

MUJERES EN CAMPAÑA
“ELLAS” es una serie de podcasts realizados por Infocampo con mujeres de campo que inspiran por su historia emprendedora, y que cuenta con el acompañamiento de “Mujeres en Campaña”, una iniciativa de New Holland Agriculture que ya tiene un camino recorrido y embajadoras de distintos lugares del país.

La Iniciativa Mujeres en Campaña (MEC) surgió cuando comenzamos a notar que existen muchas mujeres involucradas en el campo con grandes capacidades y que todas teníamos algo en común: la necesidad de compartir experiencias vinculadas al campo y al trabajo rural, nuestro principal objetivo es visibilizar el rol de la mujer rural en cualquiera de sus tareas sea como cliente o como una referente para el sector”, señaló Natalia Álvarez, referente de Marketing New Holland Argentina.

Desde “Mujeres en Campaña” desarrollaron el concepto de “embajadoras” que permite conocer un poco más de cada una en su rubro y, a su vez, difundir cómo trabajan y cómo se sienten.

El objetivo de este maridaje entre ELLAS y Mujeres en Campaña es llegar a mujeres de distintas edades y distintas zonas geográficas. “Nos enorgullece cuando un padre nos comenta que le recomendó a su hija inscribirse en nuestra plataforma para capacitarse y realizar algún curso de los que ofrecemos”, agregó Álvarez.

Desde la plataforma de MEC, se puede acceder a capacitaciones, foros, talleres, entrevistas y contenido de interés, además, cuenta con una Feria de Emprendedoras para dar a conocer los proyectos que lideran las seguidoras.